Pedro Sánchez, en su entrada triunfal en una abarrotada Cúpula del Milenio. Foto: Gaspar Francés
Pedro Sánchez, en su entrada triunfal en una abarrotada Cúpula del Milenio. Foto: Gaspar Francés

El redivivo candidato a las primarias socialistas, Pedro Sánchez, perdedor de dos elecciones consecutivas y defenestrado por el propio aparato del partido, ha conseguido hoy en Valladolid levantar e insuflar ánimos a buena parte de la militancia vallisoletana para recuperar la fe en un partido empeñado en hacerse el harakiri en los últimos tiempos. “Un chute de euforia”, ha resumido una de las militantes que junto a otros 1.700 compañeros ha abarrotado y convertido la Cúpula del Milenio en “la caldera del socialismo”, según palabras del alcalde Óscar Puente. Cuando el acto no había hecho más que comenzar el termómetro no alcanzaba los 18 grados en el interior. Con los puños en alto y al son de la Internacional, a los postres, el mercurio se asomó a los 20 grados. Fuera estaba (seguía) lloviendo.

Aunque Sánchez había anunciado ayer que hoy haría una nueva propuesta (“la creación de un Consejo de Alcaldes socialistas”), lo cierto es ese mensaje no hizo mella en los presentes. No así este otro: “Para unir al PSOE hay que distanciarse del PP y que la militancia vote”, que resume a la perfección el sentir de todos aquellos que interrumpieron su intervención con gritos de “No es no” y aplaudieron al ex secretario general como si ya hubiera revalidado el cargo.

“Detrás de ese ‘no es no’ se esconde un sí a la reforma del Estatuto de los Trabajadores, a una nueva Ley de Educación, a un pacto integral contra la violencia de género…”, arrancó Sánchez dejando claro que el PP, de cara a la aprobación de los próximos presupuestos generales del Estado, “no puede confundir gobernar con chantajear” y prometiendo que el PSOE lo hará “desde la izquierda, nunca desde el centro”.

Pedro Sanchez abarza a Demetrio Madrid, justo antes de comenzar el acto. Foto: Gaspar Francés
Pedro Sanchez abraza a Demetrio Madrid, justo antes de comenzar el acto. Foto: Gaspar Francés

“Ni a España ni al PSOE le valen las mismas soluciones de hace 35 años. En mayo se va a volver a escuchar nuestra voz votando”, indicó Sánchez antes de calificar como “decisivo” el próximo congreso socialista en el que el partido se enfrenta a una encrucijada: “Convertirse en un PSOE que lidere y vertebre el cambio o en un PSOE que quede en tierra de nadie”.

Sánchez se refirió a Pablo Iglesias (el fundador de su partido) para prometer una consulta a las bases sobre posibles acuerdos postelectorales. “Si lo hacía Pablo Iglesias a principios del siglo XX, nosotros lo haremos en el XXI”, dijo antes de concluir exponiendo su decálogo de principios, que consultaba leyendo algunas notas. “El PSOE es una fuerza de cambio y el cambio se consigue gobernando; el PSOE no es un partido subalterno al PP; el PSOE debe ser un partido autónomo, libre de ingerencias de determinados poderes que quieren que se parezca a la derecha; el PSOE es de izquierdas, no es un partido de centro con sensibilidad social, no es un partido para aliviar las políticas neoliberales; el PSOE es un partido plural, en el que debe prevalecer la máxima de un militante, un cargo, con dedicación exclusiva y limitación de mandatos; el PSOE es un partido coherente, que cumple la palabra dada; el PSOE es el partido que vertebra España, de cara a abordar una reforma constitucional que solvente el problema de Cataluña (“No se entiende el PSOE sin el PSC”, llegó a apuntar); el PSOE es un partido de referencia en cuanto a laicismo, feminismo… y además, sin perder de vista la Memoria Histórica; el PSOE es un partido de los jóvenes y, por último, caracterizado por la unidad y lealtad”.

Decálogo electoral, declaración de intenciones o sueños con un mismo hilo conductor que, en cualquier caso, sirvieron para cerrar discurso y levantar de sus asientos a los mismos que le habían recibido con gritos de “¡Pedro Presidente!”.

El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, puño en alto. Foto: Gaspar Francés
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, puño en alto. Foto: Gaspar Francés

Antes que Sánchez, intervinieron en el acto el secretario provincial del PSOE, Javier Izquierdo (“Nos dejan de votar cuando dejamos de ser de izquierdas”, dijo), la alcaldesa de Medina del Campo, Teresa López (“No tenemos que encontrarnos, sino reencontranos”, apuntó) y la eurodiputada Iratxe García (“Hay que abrir las puertas para vuelvan los que dejaron de confiar en nosotros”, aseguró).

Sin embargo, ninguno de ellos, ni siquiera el propio ‘artista invitado’, Pedro Sánchez, consiguió hacer vibrar al auditorio como el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, uno de los apoyos más sólidos con los que cuenta el ahora aspirante a secretario general.

Jugaba en casa y eso se notó, porque supo tocar las teclas necesarias para que la otrora denostada Cúpula del Milenio, reconvertida en “caldera del socialismo”, comenzara a ganar temperatura.

Mucho más duro, conciso y crítico que su antiguo jefe, Puente caldeó el auditorio con mensajes ilusionantes. “He recibido mensajes directos de gente de la gestora en la que me preguntaban por qué me metía en esto, que por qué quería complicarme la vida. ¡Los socialistas hemos nacido para complicarnos la vida! Necesitamos gente que quiera complicarse la vida y menos gente que quiera que el partido le facilite la vida”, dijo arrancando aplausos antes de dejar claro que tiene aspiraciones: “¡Claro que las tengo!: Ser alcalde de mi pueblo, que es lo que siempre he querido ser”.

Puente aseguró que “hay un PSOE desconocido que no sale en los programas de TV (aquí citó expresamente a Antonio Miguel Carmona)”, “hay gente muy buena que hace falta que aflore y que dé la cara”.

El alcalde de Valladolid también puso en valor su Gobierno municipal, que depende del apoyo de Valladolid Toma la Palabra y la marca blanca de Podemos, Sí se Puede: “Se puede gobernar desde la izquierda, que nadie os engañe”, dijo recordando que para ello hace falta que algunos líderes aparten su egos. “La misma diferencia entre Puente y Javier León de la Riva es la que hay entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy”, sentenció.

En este punto, Puente no se privó de lanzar una pulla al líder de Podemos: “Está bien eso de llegar al cielo (la frase exacta de Iglesias era la de asaltar el cielo), pero primero hay que sacar a mucha gente del infierno del paro, la desigualdad…”

El alcalde de Valladolid, como luego hizo Sánchez, reforzó la idea de que “el PSOE no está para matizar las políticas del PP sino para cambiarlas radicalmente” y apuntó la necesidad de crear un nuevo modelo de partido “en el que los militantes dejen de ser mano de obra electoral barata para pegar carteles”.

Por último, llamadas a la unidad. “Que esta ilusión siga viva. No quiero un PSOE convertido en un reino de taifas. Si algunos se salen con la suya perderemos al PSOE para siempre. Vamos a poner en su sitio al secretario general del PSOE”, anunció para dar paso a la intervención de Pedro Sánchez, el líder del PSOE que pusieron los que luego le quitaron y que ahora, convertido en “la esperanza” para muchos militantes, llena sin esfuerzo los recintos que otros no se atreverían a programar.

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