John Newman, en su actuación de la Plaza Mayor. FOTO: J.O.
John Newman, en su actuación de la Plaza Mayor. FOTO: J.O.

El primer sábado de fiestas tuvo algo curioso. Es sin duda uno de los días más grandes de la decena que componen la programación, pero es también la resaca del pregón y sirve para medir las fuerzas de más de uno que apretó en exceso en la jornada inaugural. La propuesta era variada, desde el pop de radiofórmula que amenazaba llenar la Plaza Mayor al rock, punk y ska que estaba preparado en otros diferentes espacios.

Puntuales sobre las tablas del escenario grande de las fiestas -un tanto freudiana la obsesión de Valladolid por las cúpulas, véase la forma del templete de este año- Sharon Bates abrieron la noche en la Plaza Mayor con el sol aun escondiéndose y sus fieles apostados en las vallas de seguridad. La banda pucelana de pop/rock, que en otras décadas sin duda estaría en más de una “lista” de grupos y éxitos, ofreció un buen concierto del que se veía a la legua que lo estaban disfrutando, y eso se contagia.

Pasaban ya las once de la noche cuando la plaza, abarrotada, aullaba con cualquier movimiento en la cúpula/escenario ante la inminente aparición de la estrella de la noche. Salió la banda, empezaron a sonar y la locura llegó. Después, gritos y más gritos para recibir a un John Newman que saltaba exuberante en la segunda canción ante el éxtasis de sus fans. La parafernalia era menor de la esperada, tan solo una escalera que le alzaba ante la repleta plaza en mitad del escenario, guarnecido por una gran banda de esas que jamás conseguirás pillar en un renuncio. Estilísitcamente puede agradar más o menos, pero la voz de John Newman es sin duda portentosa, de hecho su show se basa casi exclusivamente en ella. Soltó sus hits, hizo bailar a la plaza y, sobre todo, respondió a la enorme expectación que el concierto había suscitado. Aunque las críticas siguen latentes, solo con el dinero que el concierto de ayer valió podríamos tener casi un año entero de actuaciones de grupos locales, o no, debidamente remuneradas.

Actuaciones en el apeadero de la Universidad. Foto: J.O.
Actuaciones en el apeadero de la Universidad. Foto: J.O.

Ajenos a lo que en el epicentro de la programación oficial sucedía, en el apeadero de trenes del barrio Belén el punk y el rock campaban a sus anchas. Desde el CSA Las Dagas y la peña Los Dogos habían preparado el Festi Dagas 2016 dando un salto de calidad y rigor respecto a sus propuestas de años anteriores, ofreciendo lo que su público espera: rock, calimocho y autogestión. Además, se recaudó material escolar destinado a Cruz Roja, lo cual rechinaba a más de uno que no entendía qué hace un centro social autogestionado colaborando con una organización asistencialista que hace tiempo renunció a acabar con las injusticias del mundo para limitarse a ponerle tiritas perpetuándolas. Abrieron el festival los vallisoletanos 30 Monedas a ritmo de punk-rock, seguidos en la misma línea de Brea Bastard y Respuestox, estos últimos más alejados del punk con un punto más melódico aunque sin perder la esencial tralla en las guitarras que es el sello de autenticidad de estas bandas. Ya cerca de la medianoche llegó el turno de Deskartados con su joven propuesta de punk, rock y ska, lidiando además con más de un problema técnico que resolvieron con resignación y solvencia. El plato fuerte llegaba al final con Miss Octubre, banda conocida por contar con Alfredo Piedrafita de Barricada a la guitarra, su hijo Iker de Dikers y con Agnes de Lilith a la voz. Aunque más allá del renombre de sus integrantes en Miss Octubre el protagonista es su sonido, rock de la vieja escuela de calidad y una presencia sobre el escenario que denota que no son unos recién llegados a esto del rock.

La oferta rockera del sábado se extendía además por otros escenarios de la ciudad, como el instalado en la Plaza del Moral, organizado por diferentes peñas, que acogió los conciertos de Rumbeuros, Raptor Queen, Desplomaos o los incombustibles Seiskafés que cerraron el escenario con un gran concierto empañado por el deficiente sonido contratado para la ocasión.

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