
La realidad mercantil y sus mecanismos de producción cada vez atraen más miradas críticas ante la imparable lacra del cambio climático y la cada vez menos invisibilizada desigualdad social a nivel global que genera. Sumando a esto la precaria situación laboral de la población joven, nace Kimua: “Somos un proyecto de agricultura ecológica que pretende constituir una alternativa de autoempleo viable y de calidad”. Impulsado por Javier Lázaro, vallisoletano con una larga trayectoria en distintos movimientos sociales locales, responsable de la campaña de micromecenazgo, el proyecto agroecológico se basa en la elaboración artesanal de sidra natural, apostando por un consumo de cercanía: “No somos una empresa sino un proyecto militante que tiene como fin socializar sus beneficios”.
“Dentro de mi familia siempre hubo una arraigada tradición agrícola desarrollada sobretodo en Soria, pero también en otros puntos de la geografía castellana”, explica Lázaro entre las motivaciones que le llevaron a crear este proyecto de autoempleo “coherente y viable que rompiera con lo que venía sufriendo”. Para conseguir arrancar con Kimua, está desarrollando una campaña de crowdfunding online en goteo.org mediante el que obtener la financiación necesaria, en la que se ofrecen distintas recompensas que van desde un simple agradecimiento a poder apadrinar alguno de sus árboles, material artístico como ilustraciones o fotografías, así como productos ecológico de Gipuzkoa, región en la que se plantarán los frutales por sus necesidades climáticas.
La soberanía alimentaria es uno de los puntos calientes en los que incide Kimua: “A día de hoy nos encontramos en una situación de dependencia alimentaria, donde la mayor parte de los alimentos que consumimos recorren más de 3.500 Kilómetros (algunas cifras hablan de 5.000 km de media) y son distribuidos desde la lógica del mercado exportador”, explican aludiendo a los paradójicos viajes que los alimentos recorren hasta llegar a la mesa “mientras sus territorios de origen son a su vez saturados con producciones de otros lugares”. Por eso, el proyecto plantea el desarrollo de especies autóctonas de manzanos que, a través del proceso natural de selección de especies, han demostrado mayor adaptación al clima, así como resistencia a hongos y plagas debido a su implantación histórica en Guipúzcoa.
La vocación social y la socialización de los beneficios es otro de sus pilares: “Soy consciente de la humilde capacidad económica de un montón de asambleas barriales, juveniles, feministas... un montón de proyectos y luchas legitimas que son tanto criminalizadas por el poder por simplemente desarrollar su trabajo en la arena política que es la calle como invisibilizadas-satirizadas por los medios tradicionales buscando su eliminación”, explica Javier, conocedor, y en numerosas ocasiones sufridor, de las precarias condiciones en las que trabajan los movimientos sociales sin apoyos económicos más allá de las solidarias aportaciones de los militantes y simpatizantes. “Por ello vi la necesidad de hacer un proyecto laboral que socializara sus beneficios con todas aquellas personas y organizaciones que día a día materializan la profunda transformación social que nuestra pueblo necesita”.
El proyecto, que pretende plantar alrededor de 400 manzanos de distintas variedades guipuzcoanas si la campaña de miromecenazgo es satisfactoria, tiene como objetivos: adquirir tierra, plantar manzanos y huerta, hacer sidra para su comercialización, entrar en círculos de distribución de cercanía (grupos de consumo), elaborar una alternativa laboral viable y de calidad, poder llegar a socializar beneficios con organizaciones, plataformas y proyectos, y contribuir a la soberanía alimentaria.