Fotograma de “Correspondencias” de Rita Azevedo.
Fotograma de “Correspondencias” de Rita Azevedo.

Como inauguración de esta nueva sección cinematográfica me voy a referir a la cartelera de Valladolid, pero no a la más comercial y manoseada, sino a una de las pocas ocasiones en que, mezclando lo público y lo privado, lo gratuito y lo que necesita pagar entrada, esta ciudad puede presumir de reunir seis extraordinarias obras para disfrute ciudadano en sus pantallas con un tipo de cine diferente, alternativo, y de enorme calidad. Por un lado en los cines Casablanca, y por otro en el Museo Patio Herreriano, durante esta semana por lo menos, tampoco se puede pretender aspirar a más de lo que la ciudad es capaz de dar, se ofrecen al público seis títulos como “Correspondencias” de Rita Azevedo, “Saraband” de Ingmar Bergman y “La idea de un lago” de Milagros Mumenthaler, las películas dirigidas por mujeres que han aparecido como de lo menor estrenado durante 2017 en salas comerciales fuera de las listas “oficiales” más pendientes del estreno comercial, unidas, en el mismo espacio, a la casi última película del insigne director sueco, una oferta de por sí excepcional que se une al ciclo que el Museo Patio Herreriano dedica esta semana, miércoles, jueves y viernes, a la obra del director turco Nuri Bilge Ceylan, probablemente el mejor director turco en activo, del que se proyectarán, gratis hasta completar aforo, sus rotundas “Winter Sleep”, “Érase una vez en Anatolia” y “Tres monos”, una ocasión perfecta para, aquellos que desconozcan su cine, se atrevan a degustar un producto muy diferente en lenguaje y contenido del que habitualmente nos vomitan las pantallas comerciales asoladas por un mensaje único.

“Saraband” es la respuesta en forma de epílogo a la serie que Bergman realizó en 1973 con el título “Secretos de un matrimonio”, 30 años después, como si de una capítulo final se tratara, el director reúne a los mismos actores, Liv Ullmann y Erland Josephson para, a ritmo musical y utilizando la obra de Bach, introducir escenas de recuerdo, de los efectos que el tiempo produce sobre las relaciones, el peso de las ausencias, tan grande en aquel momento para el realizador que acababa de perder a su esposa. Es cine pensado para la televisión, y sin embargo, en su juego de luces e interiores, en su puesta en escena, nos encontramos tan cómodos y tan reconocidos con el cine precedente del director que supone un broche magistral a una dilatada carrera que ha marcado un estilo, una época y un discurso personal en el cine y su historia.

“Correspondencias” habla de poesía, de la difícil manera de mantener una relación a distancia entre dos poetas portugueses separados por la dictadura de Salazar, cuya presencia, y sombra, sobrevuela un ejercicio de estilo deslumbrante en el que, sin solución de continuidad, parejas de lectores, desde espacios íntimos, recitan la obra poética de Sophía de Mello Brenner al tiempo que escuchamos el cruce de cartas con su amigo Jorge de Mesa, aquél que dijo "Mi país no es inefable, la vida en mi país es inefable, e inefable es lo que no se puede decir". Exiliado en Brasil, Jorge de Sena busca escapar, encontrar otro refugio más aceptable. "La inseguridad en Brasil hace de Portugal un juego de niños". Por su parte, Sophia encuentra en los viajes la oportunidad para regenerar un espíritu enfermo ante el progresivo deterioro de los derechos humanos en Portugal, las salidas hacen de bálsamo ante la barbarie. El lamento de la despolitización progresiva de su país es un reflejo de cómo, ante la falta de derechos, la incultura juega como freno, porque no sabiendo lo que es un derecho fundamental, nadie los va a reclamar. Obra poética y política en imágenes que acompañan a unos textos que nos mecen y nos soliviantan por partes iguales.

De memoria también habla “La idea de un lago”, segunda película de Milagros Mumenthaler, depurando y estilizando su primera gran película “Abrir puertas y ventanas”, la directora argentina se vale de la búsqueda de un padre desaparecido en los oscuros años de la dictadura militar, sin llegar a expresarlo abiertamente, porque en la película es todo sutil, para hacer un camino de reconstrucción personal en la protagonista, a punto de dar a luz, en plena crisis de pareja y con una complicada relación con su madre precisamente por ese empeño en tratar de encontrar los restos de un padre, cuya aparición supondría para la esposa la pérdida de esperanza en un regreso largamente anhelado. “La idea de un lago” es el recuerdo metafórico del momento feliz en el que esa joven mujer, siendo niña, recuerda e idealiza a un padre que aparece revestido de disfraces y formas diferentes en la imaginación de quien lo añora, pero también es el presente de una sociedad que no se resigna a pasar página sin saber, sobre todo a pasar una página que provoque que las generaciones futuras desconozcan de donde vienen.

Y en lo que muchos deseamos que tenga continuidad y más riesgo y novedad, el Museo Patio Herreriano intenta retomar una relación con el cine contemporáneo que nunca debió perder y que se va tornando en imprescindible, una relación que ha de servir para acercar a l@s cinéfil@s vallisoletan@s el cine que no llega a la ciudad, que es mucho, el cine que no se estrena en España y no se ve más que en festivales, o el cine del que se habla en círculos menos oficialistas y nadie se atreve a enseñar, del que existe mucho cine español olvidado y pendiente de ser exhibido. Bilge Ceylan no es precisamente un director desconocido ni no estrenado, por eso hay que admitir su ciclo como un primer paso, como un intento de ir generando dinámicas que permitan avances más firmes y decididos en hacer del MPH un lugar que atraiga a las nuevas tendencias visuales y les permita encontrar una sede estable a modo de Filmoteca, igualarse al MUSAC de León e intentar suplir la ineficacia, insuficiencia y nula presencia cultural de la Filmoteca autonómica, en la que cada euro invertido es un euro perdido para fomentar la cinefilia regional. Ese propósito exige tiempo y dedicación, y sobre todo un proyecto definido impulsado por la política, que también tendría que creer en que lo minoritario tiene réditos aunque no se sea portada de periódico o de telediario, sería una gran noticia para la ciudad encontrar un espacio, y además público, ya no digo gratuito, de exhibir otros tipos de cines, otras filmografías ausentes, acoger de algún modo lo que las salas no ofrecen y la Seminci ha dejado de mirar. El cine de Bilge Ceylan es de una calculada y milimétrica composición que para el ojo occidental puede suponer reiteración o lentitud, pero cada cosa necesita su tiempo y cada historia su ritmo; cualquiera que vea las tres películas que se ofrecerán esta semana no podrá decir a su término que lo que se vió fue innecesario o banal, ni el relato criminal en medio de una crisis personal de “Erase una vez en Anatolia”, o el empeño turístico y cultural de un anciano en medio de las inmediaciones de Capadocia también envuelto en una relación matrimonial que se desmorona en “Winter sleep”, o las relaciones de poder y mentira que atraviesan la tranquilidad familiar en “Tres monos” podrán ser tachadas de excesivas, monótonas o intrascendentes , podrán no gustar, a algunos aburrir, pero su relato es tan intenso, su imagen tan calculada, sus pasiones y temores interiores tan fuertes que sería una pena desaprovechar la oportunidad de conocer este cine y reforzar a quien sostiene que este tipo de cine no interesa en nuestra ciudad, hay que aplaudir la iniciativa, pero exigir más, mucho más, porque con poco se pueden conseguir auténticas delicias culturales que pongan Valladolid en boca de pequeños distribuidores y profesionales dispuestos a enseñar su obra por muy poco en espacios públicos. Ya saben, dos lugares a visitar esta semana por los amantes del buen cine, los cines Casablanca y el Museo Patio Herreriano para quienes quieran ver cine muy diferente y de excelentísima calidad.

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