José Luis Carretero.
José Luis Carretero.

«Algunos, muy pocos, hacíamos la reflexión al calor del 15-M de que toda la auto-organización plasmada en las plazas debía de traducirse en 
procesos de autogestión... Algo que ha tenido lugar pero con menos 
calado del que debería tener».

Con estas palabras se puso en marcha en 
la mañana del sábado la primera parte de la última jornada de la XX 
Semana Cultural Libertaria de Valladolid. En ella se presentó el libro 
«La autogestión viva» (Queimada Ediciones), del abogado y profesor de 
formación profesional José Luis Carretero: "Obra destinada a aumentar el 
calado de las prácticas autogestionarias con las que vivir mejor que 
bajo la explotación de todos los días".

«La autogestión viva» se escribió por encargo, al calor, precisamente, 
del 15-M. Está escrito con intención didáctica, para servir de 
orientación «a toda la gente variada y plural que ante la crisis buscó 
referencias en esas asambleas» y que empezó allí una formación política 
no influida por las familias militantes de toda la vida. El capitalismo 
está en crisis terminal, pero el mercado electoral sólo ofrece más de lo 
mismo -el programa económico con el que Trump y Podemos se enfrentan al 
neoliberalismo es (intenciones aparte) idéntico, un ilusorio blindaje 
del Estado de bienestar que hace aguas- . Por ello, se dijo, resulta oportuno 
apostar por prácticas innovadoras.

No basta la democracia política, hay que tender a la democracia 
económica, y que los bienes y cuidados se produzcan según el principio 
democrático de que los problemas de todos sean solucionados por todos - 
de que las necesidades de la gente sean afrontadas con la autogestión 
por la gente. «Frente a lo superfluo de los muchos cachivaches que nos 
quieren vender, hay que producir lo que todos queremos», indicó 
Carretero.

«Un viento de experiencias autogestionarias» está marcando el camino de 
esa recuperación democrática de la economía: son famosas las fábricas 
abandonadas por sus explotadores y recuperadas en Argentina bajo la 
consigna ’Ocupar-Resistir-Producir’, pero también han salido adelante 
experiencias similares en Grecia y en Francia; en el estado español 
pueden encontrarse también experiencias de este tipo, como la 
Cooperativa Integral Catalana, el Mercado Social de Madrid o el 
periódico Diagonal.


Mientras el capitalismo parece estar esperando sin éxito la nueva 
revolución tecnológica que le saque de la crisis, la autogestión sale 
adelante con prácticas como las citadas: «Son prácticas materiales, 
reales, que están poniendo en marcha a la gente en medio de la miseria 
creciente. La crisis del capitalismo está trayendo mutaciones 
catastróficas en la que las viejas seguridades desaparecen y las nuevas 
están por consolidar; las experiencias autogestionarias dan un sentido a 
estos cambios basado en la participación de la gente».

El libro se puede dividir en cuatro partes: "Una presentación de distintas experiencias autogestionarias que funcionan en la actualidad. Una breve historia básica de la autogestión. Documentos y consejos útiles a la hora de empezar una experiencia 
autogestionaria. Una reflexión sobre el por qué ahora, al hilo del 15-M, es oportuno 
plantearse la autogestión".

Carretero se mostró optimista, pero advirtió que las empresas 
autogestionadas no pueden sobrevivir como islas aisladas de su sistema 
política: «En Italia, antes del fascismo, existían cooperativas 
autogestionadas animadas por el movimiento obrero, economatos... Los 
pequeños comerciantes apoyaron al fascismo porque esperaban que 
destruyera a esas cooperativas que ellos sentían como una 
competencia... No basta con construir experiencias autogestionarias en 
la retaguardia y esperar que la gente se sume por contagio, hay que 
construir redes para la lucha en primera línea», se dijo.

Otros problemas: muchos proyectos autogestionarios no fracasan por 
problemas económicos, sino por roces entre los miembros -bajo el 
capitalismo no se educa para cooperar, y el aprendizaje de nuevas formas 
de hacer es un proceso largo y que depende de la práctica-; desde los 
servicios prestados por el Estado, como educación o sanidad («pensados 
para un mundo que ya no existe y no va a volver a existir más»), hay 
resistencia a adoptar un funcionamiento autogestionario real -aunque a 
veces se haga propaganda de ello- y se mantienen en su rutina a pesar de 
la creciente amenaza neoliberal de destruirlos.

En el turno de palabras, se comentó cómo el poder persigue en el estado 
español los resquicios de autogestión -mediante leyes como la de montes 
comunales - y desde el público se plantearon dudas sobre la capacidad de 
la autogestión para dar lugar a una verdadera alternativa. Se alegó que 
en la democracia política decidirá el pueblo y en la democracia 
económica el trabajador, pero ni la democracia política garantiza la 
libertad ni la democracia económica garantiza que los trabajadores no 
terminen autoexplotándose al servicio del sistema. Se puso el ejemplo 
provocativo de las Unidades de Convivencia Terapéutica en prisión, 
experiencia «autogestionaria» que sólo sirve para que los presos se 
repriman entre ellos.

«El mundo libertario no debe cerrarse en sí mismo, sólo hablando con la 
gente, aunque esté en planos distintos que el nuestro, podemos saber por 
dónde van los tiros. Es importante estar en todas partes -como hacia el 
movimiento libertario en España antes del 36, con los ateneos- y dar 
ejemplo de que la vida se puede vivir intensamente», comentó Carretero 
al hilo del debate.

Su intervención se cerró con una cita de la novela 
’Escuela de rebeldía’ escrita por Salvador Seguí, el líder sindical al 
que la patronal asesinó en Cataluña en 1923: «¿Tú no esperas ningún 
milagro, verdad? Pues yo tampoco; pero es preciso que la gente luche, 
porque el que no lucha no vive: el agua encharcada se corrompe; es 
preciso que corra, que forme arroyos y ríos; el río es una cosa viva, la 
laguna es una cosa muerte. Las ideas, como la sangre, han de estar 
siempre en circulación».

'Contra Tiempo Teatro'

Si alguien luchó contra la corrupción del lenguaje mediante el que vivimos fue el escritor argentino y amigo de cronopios Julio Cortázar. 
La magia de su escritura fue puesta en gesto y acción por los compañeros 
de la compañía zamorana ’Contra Tiempo Teatro’, al representar para el 
acto de cierre de la Semana la obra ’Cuentos Para Lelepípedos’.

La representación tuvo lugar durante la tarde del sábado, ofreciendo al 
público que asistió al salón de actos del Centro Cívico Zona Este 
(«Pajarillos») una alternativa al menú de cine de barrio con el que la 
TV «pública» acostumbra a ofenderle. Ineludible agradecer a los 
compañeros de Contra Tiempo su dedicación y comprensión.

El broche final de las jornadas fue un recital de interesante y estimulante poesía 
libertaria en el que incluso se perdieron los papeles.

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