Hace un par de semanas acudí a la conferencia de la Asociación Cultural “Ciudad Sostenible”, en el Café del Teatro Zorrilla, sobre la ocupación privada de espacios públicos. Algo que se viene practicando desde hace siglos pero que ahora se ha exacerbado por la necesidad de hacer altamente visibles los hechos comerciales, deportivos, culturales… que han ocupado el vial peatonal, como han hecho las enormes playas de terrazas en alguna zona: Catedral, Antigua, Universidad.

No es ese el propósito de esta breve opinión. Se trata de revisar el tan manido problema de justificar las actividades culturales, deportivas, sociales… con factores extrínsecos como son los “retornos” de imagen, económicos, de empleo.

Los retornos existen, no hay duda. En los primeros años noventa muchas personas del mundo de la gestión cultural, animados por el éxito en concreto de Glasgow como capital cultural europea nos acercamos a ciencias que ya estaban con nosotros, como la “economía regional” o el “marketing de territorios” dos contribuciones fundamentales para entender muchas de las inversiones en cultura, sobre todo el segmento cultural más cercano al turismo. Han pasado muchas lunas desde entonces.

Ya sabemos – se estudia en las facultades de Económicas- que una “inversión-semilla” atrae inversiones de otras partes, sectores, países… y que esa primera inversión, al multiplicarse genera empleos directos, indirectos e inducidos. Lo vemos, en negativo, al retirar inversiones públicas y compras en las comarcas mineras de nuestra región. El problema no es solo el empleo del minero o minera que baja a la mima. Esa persona habita unas casas, hace compras en unos pueblos que pueden desaparecer. Come en unos restaurantes donde también comen los transportistas de esa mercancía y ambos reparan sus coches en unos talleres de la localidad. Para todo ello se han necesitado nuevas y diferentes inversiones, que se han sumado a la inicial. Los economistas hablan de una suma de hasta diez empleos por cada minero o minera. No sé si son tantos, pero sí que son muchos…lo vemos cada día en la prensa al desaparecer pueblos y comarcas enteras en toda España, especialmente en nuestra región. Y que conste que no estoy abogando por seguir quemando carbón.

Decía el actual alcalde –impensable hace años poder debatir tranquilamente con el alcalde de Valladolid sobre estos temas- que un “evento” como el pádel atrae inversión y empleos con una mínima inversión municipal. Hay varios problemas en esas cuentas.

Uno, el coste de “oportunidad”. Quizá sea más urgente invertir esa cantidad en otra política municipal relacionada con el deporte o el empleo, por ejemplo. Y segundo: habría que ver si el “operador” renuncia a la actividad si se le ofrece un lugar menos emblemático para los vallisoletanos como es la Plaza Mayor en junio. Esto ha de tenerse en cuenta a la hora de tomar una decisión al respecto y me temo que no ha sido así en 2016.

“Posicionamiento” de la ciudad. El promotor trata de convencer del impacto en medios de comunicación asociado al evento. Proporciona unas cantidades de las que no se citan fuentes independientes, son de parte. Si alguien me pregunta por mi estatura diré que soy bastante alto…sin dar medias ni medidas.

Aceptando la cantidad –sobre 2 millones de euros a precio de mercado- la pregunta debería ser ¿Quiere Valladolid realizar una inversión tal para posicionarse en un deporte practicado por una élite económica y social como es la que practica el pádel? Quizá esa inversión en “posicionamiento de ciudad” pueda darse incrementando programación y comunicación de programas ya en curso: TAC, Seminci, Exposiciones municipales y privadas, Teatro Calderón, Museo Patio Herreriano, Museo de la Ciencia, colaboración con Museo Nacional de Escultura, Centro Cultural Miguel Delibes, colaboración con la OSCyL, festivales de blues y jazz, tantos!! Como mínimo debería encargarse un estudio independiente a una universidad pública de la región.

Doy unos ejemplos de uso alternativo de esa “inversión-semilla” municipal: presentaciones en Madrid de los programas culturales, creación de una tarjeta conjunta de visitas a museos y exposiciones de la ciudad, promover con los hoteles que se pernocte en la ciudad difundiendo actividades teatrales y musicales los fines de semana, publicidad de estas actividades en trenes nacionales y regionales y en autobuses municipales.

No se hace ¿por qué? No hay más que imitar a otras ciudades… les funciona.

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