Escribo esto en el DIA DE LA IGUALDAD de la España de 2017º sea, 50 años después de que Adrienne Rich en su lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres se enfrentara a los mismos opositores a los que hoy tenemos que enfrentarnos nosotras y, más o menos, a los que en su día tuvieron que enfrentarse sufragistas. Poderes que incluyen, como no, a los poderosos intereses industriales que desean mantener a las mujeres como fuerza de trabajo barata y que se sienten amenazados por su independencia económica. A la red de medios informativos (o lo que sean) que saca jugosos réditos de los anuncios o la publicidad de esa misma industria. Al ignoto pasado histórico y político de las mujeres que hace aparecer a cada nueva generación de feministas como unas marginadas de su tiempo; E, incluso, al feminismo mismo que a veces es trivializado por sus propias defensoras cuando fracasan al intentar conectarlo con los asuntos mas profundos en los que las mujeres del siglo XXI estamos involucradas en este particular momento de la historia o también, cuando para maquillarlo y convertirlo en algo políticamente correcto, le liman las aristas (¡TODAS!) y hacen de él algo mas parecido a un supositorio que a una justa reivindicación.
Sin contar, claro, con que esta historia de lucha por la igualdad ha sido ocultada y manipulada una y otra vez y que uno de los obstáculos culturales más serios con el que se encuentra ( y no señalo a nadie) cualquier escritora feminista consiste en una tendencia más que confirmada del respetable público que tiende a recibir cualquier trabajo feminista (ya sea producto de la investigación o de la imaginación ) como si acabara de salir de la nada, como si cada una de nosotras no hubiera vivido, pensado y trabajado llevando a sus espaldas un pasado histórico y un presente actual. Esta es, precisamente, una de las formas por medio de la cual se ha hecho aparecer nuestro trabajo y también nuestro pensamiento, como algo esporádico y errante, huérfano de cualquier tradición propia cuando ocurre justamente todo lo contrario: somos hijas de una larga tradición tanto oral como escrita, una tradición que se ha construido sobre si misma una y otra vez aun cuando muchas de las mujeres que la sustentaron hayan sido, mas a menudo que no, ninguneadas e incluso, exterminadas ya fueran artistas o investigadoras, escritoras o panfletistas, magas o hechiceras, políticas o sufragistas sin contar con cada una de las feministas teóricas contemporáneas que a día de hoy siguen siendo atacadas o descartada s “ad fémina” como si su posición política no fuera mas que un estallido personal de amargura o rabia.
Sí, a dia de hoy. Porque es un hecho evidente que el feminismo sigue intentando desarrollarse frente a una cultura de pasividad manipulada cuya versión más conocida es la violencia machista tanto individual como institucional. O cuando lo único que muchos lectores y lectoras conocen acerca del feminismo es, simplemente, lo que les dicen los medios de comunicación sean estos la pantalla televisiva o Radio Maria. Y es que la caricatura, la distorsión, el reduccionismo, la trivialización - por citar solo algunas - son las armas mas comunes no solo de la oposición organizada sino también de la mayor parte de los medios de comunicación. Algo que encontramos también en las inconscientes reseñas que se hacen, cuando se hacen, a los libros escritos por mujeres (feministas o no) y en el opaco miedo a que su influencia prevalezca en el mundo de la erudición y de la academia.
Mucho, muchísimo queda todavía por hacer. La vida universitaria, por ejemplo, ha cambiado muy poco como resultado de lo que se ha hecho hasta ahora. Aún así, la pregunta del millón sigue siendo la misma: ¿Es el marco de un sistema económico clasista responsable de la naturaleza opresiva de las relaciones hombre-mujer, o es el patriarcado (de hecho puro dominio del macho) el modelo original de opresión en el que se basan todas las demás relaciones?
Atención a la respuesta. Las sonámbulas están despertando y, por primera vez, este despertar es colectivo: abrir los ojos no será nunca más un fenómeno aislado.