Porque esto no lo arregla ni dios. Lo digo después del parte de guerra que hoy lunes (17 de Noviembre de 2016) he tenido la suerte de oír en este cuarto de hora de nuestra historia en el que como dijo Spender [1], el “futuro parece una enterrada bomba de relojería que tic-tac en el presente” lo que, aunque pueda sonar extraño, no parece inmutar a nadie y menos que a nadie al PSOE quien por lo visto considera una traición a si mismo o a su programa político hacer lo que en su día prometieron hacer y sus votantes esperan que hagan. Y ahí los tienen discurseando en abstracto, tomando prestados los recursos literarios de esas malas novelas en las que siempre existe un final feliz para el desconsolado. Discurseando declaraciones y comunicados cada vez más previsibles que los muy peleles construyen siguiendo las pautas marcadas por la literatura barata y de masas. Y lo que es peor, de la misma manera que esta literatura de vanguardia, ellos también preparan sus estrategias acusando a tirios y a troyanos de ser los culpables de lo que sucede para, seguidamente, plantear toda una serie de soluciones motherfuckers. Sus discursos, ya digo, concluyen además de una forma tramposa porque eluden su inoperancia cargando las tintas sobre un tercero (los podemitas) y planteando unos objetivos tan “inmorales” como casposos que convierten a estos del PSE (la O de obreros sale sobrando) en cómplices- sino en algo peor - de la misma mierda que intentan no pisar.
Resumiendo: empezaron jugando con una hipótesis y al final, la hipótesis se ha convertido en la definición del grupo. Los pobres ya están “en otro lugar” e incluso, sospechamos algunas, es más que posible que se hayan perdido en “ningún lugar”. Pero vamos, que no son los únicos. Justo a su lado, avanzan esos otros que dicen que “todos son iguales” por lo que ni siquiera piensan en votar ya que ellos ¿saben ustedes? se encuentran por encima del bien y del mal, una ubicación estratosférica que es solo una coartada para su propia inoperancia. Tipos que van de guays. Vanguardias que creyendo situarse en las primeras filas de una contestación que dicen anhelar se arrastran en la retaguardia con el culo pegado al suelo mientras imparten doctrina por Internet, último y definitivo foro para voyeurs, snobs y lameculos que ni siquiera saben escribir.
Lo dicho, un milagro, por favor.
[1] Stephen Spender, The Year of the Young Rebels, 1969