Te han hecho posar con una mujer escultural vestido de gala, te han humillado en presencia de tus compañeros obligándote a subir a un taburete para llegar a la altura de la modelo. Buena gente como eres ni preguntas porqué esa mujer quiere hacerse una foto contigo. Semanas después paseando por Helsinki, en una tienda de ropa te ves en un cartel publicitario de una marca de ropa. Nadie te ha consultado, nadie te ha pedido opinión. Tú no cuentas, has dejado de ser persona para convertirte en mercancía. ¿Quién recoge las ganancias? ¿Dónde está la épica del deporte?. Qué feliz eras con tus combates alejados del circuito, entre amateurs y cerveza. Olli Mäki, el panadero de Kukolla, el mejor boxeador de la historia de Finlandia, un amateur reconvertido en profesional para enfrentarse por la corona mundial del peso pluma, él, que siempre ha competido en otras categorías. Un deportista que pasa a convertirse en ídolo nacional justo cuando el país parece que empieza a incorporarse al crecimiento económico y al reparto de la riqueza, olvidando las privaciones de la guerra y la ocupación soviética. A Olli apenas le han marcado la cara en su vida, cualquier contratiempo es solventado con una sonrisa o una solución alternativa. Te han invitado a una boda y vas a ir con tu amiga, ambos sois de campo, gente sencilla y humilde, el coche que te va a llevar no arranca, pero para eso hay bicicletas, si llueve en el camino ya escampará, o si no, ya que te has mojado, te das un chapuzón en una poza para bajar los efectos del alcohol. Es tu día libre antes de que tu representante se empeñe en concentrarte, cortarte las alas y encargarte no superar los 59 kilos, cuando tu peso ha sido siempre superior. Tu esfuerzo se carga en tu cuenta de resultados energéticos, sudar, correr, no comer. A Olli le empieza a molestar el deporte profesional, a él le gustaba disfrutar, si el boxeo se transforma en sufrimiento, los títulos no le compensan.

Finlandia. 2016.

Título original: Hymyilevä mies.

Director: Juho Kuosmanen.

Guión: Mikko Myllylahti.

Fotografía: Jani-Petteri Passi.

Duración: 92 minutos.

Música: Laura Airola y Miika Snåre.

Productora: Aamu Filmcompany / ONE TWO Films / Tre Vänner Produktion AB.

Montaje: Jussi Rautaniemi.

Diseño de producción: Kari Kankaanpää.

Intérpretes: Eero Milonoff, Jarkko Lahti, Oona Airola.

Concentrado en el combate, la mente de Olli se dispersa pensando en Raija, con quien acaba de empezar una relación que le importa más que un mundial. Olli no es persona para recepciones, para alternar con las clases altas del país o con el oscuro mundo de los apostadores profesionales. Elis plantea el combate como un negocio sin contar con Olli, Olli acepta el reto como un juego, sin importancia, va a hacer todo lo posible por ganar, pero es consciente de que ese rival está mucho mejor preparado que él. Ante todo a Olli le importa su vida, es mucho más feliz haciendo saltar piedras en el agua con Raija, que pensando en la perspectiva del combate y un estadio olímpico lleno de espectadores. Olli ha ido aprendiendo en esas semanas previas al combate que no existe romanticismo alguno en los preparativos del combate, todo es dinero, recaudar dinero, calcular los costes, esperar los beneficios y repartir una bolsa final de la que Olli lo desconoce todo.

Kuosmanen rueda en un blanco y negro real, rodado con película antigua conservada desde los años 60, es un blanco y negro que ya no se ve, que hay que acudir a los clásicos para pensar en donde hemos apreciado toda esa gama de grises que se ha quedado grabada en nuestra memoria. Es el blanco y negro de los viejos televisores, de los noticieros cinematográficos, película rescatada en 16 mm y utilizada 50 años después para proporcionar el grano y el color de lo antiguo. Y Kuosmanen huye del biopic, antes de ver la película puedes haber leído que Mäki existió de verdad o sentarte a verla como si fuera un personaje ficticio, eso no va a cambiar la percepción de lo que se cuenta, porque para Mäki el día más feliz de su vida va a ser el del combate sí, pero no por el combate, sino porque tras éste llega su vida de verdad, la que le interesa en compañía de la mujer que ama y alejado de un mundo falso y despótico que te impide disfrutar de lo que te gusta. Todo ello aderezado con un sutil tono de humor socarrón, en medio del drama que provoca la impotencia de Olli, rostros y encuadres que, no puedo evitarlo, me recuerdan al mejor Aki Kaurismaki, y sin combates, sin sangre, sin heridas, es una película de boxeo con muy poco boxeo porque lo importante de la vida está fuera del trabajo. Para Olli es más importante ir a comprar los anillos de boda con Raija, en las vísperas del combate, que conseguir alcanzar el peso que le permita competir. Te has sacrificado hasta el extremo para llegar a esa frontera extenuante, pero nunca has estado dispuesto a que el sacrificio acabara con tu relación personal, porque sabes que, ganes o pierdas el combate, lo importante viene después, cuando vuelvas al hogar, convertido en héroe u hombre normal, encontrar con quien compartir una tarde de verano, una noche en la que no desaparece la luz, un paseo al lado del agua, y tirar piedras. Poco te importa la frustración ajena, las caras de desconcierto, el fín de un sueño, si tú has conseguido asegurar el tuyo en el día más feliz de tu vida, Olli Mäki es un héroe fuera del ring.

Fotograma de la película.
Fotograma de la película.

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