Iré al grano pronto, pero un poco de explicación no viene mal. No quisiera caer en el terreno trillado de la crítica exagerada – que por eso nadie la cree- ni en el pozo de la incomunicación de una idea o de un problema que es “el trueno”…la obsesión personal por algo que – es nuestro derecho- hace que los demás NO nos escuchen, no nos tengan en cuenta. Todos tenemos algún punto de “trueno”. Va de “turismo cultural”.
Creo que esto que llamamos “turismo cultural”, en sí, no es mala idea. Tampoco la televisión lo es, pero el uso que hace la sociedad de esta “herramienta” la sitúa fuera de toda credibilidad, el algunos países –Italia, España- la TV es un auténtico “opio del pueblo”.
He podido pasar unos días en una zona altamente “turística” de Italia – el lugar da lo mismo- donde había zonas de turismo masivo junto a zonas residenciales habituales, ricas y pobres. Visitar algunos lugares históricos, pueblos colgados de riscos sobre el mar…ver postales al natural, vamos.
En el momento en que salías del circuito habitual de la masificación turística – aparte de encontrar precios más razonables- podías disfrutar también de la vida cotidiana de sus moradores…ricos o pobres, pero allí vivían y eso y no otra cosa te mostraban, con sus buenos o malos servicios, pero eran sus habituales modos de vida. Justo lo que a veces buscamos en estos desplazamientos.
El problema es cuando el recorrido se hacía en los lugares –plazas, calles, sitios históricos, monumentos- tomados por los “visitantes”. Obviamente muchos asiáticos, pero también europeos, pocos africanos…alguno había en uno de los lugares más caros de Europa.
Masas, ríos de gente…gentío!! Con todo lo peor es que iban muchos armados del famoso “paloselfie”…haciéndose fotografías imposibles con encuadres absurdos…una plaga. Parecía una prolongación de sus brazos, de sus manos…supongo que al llegar a su casa borrarán todas esas imágenes, incapaces de recordar dónde fueron tomadas, si aquella casa o castillo es de esta u otra localidad. Serán cientos de fotos sin encuadre y sin intencionalidad…a mayor gloria de quien aprieta el gatillo del famoso palito.
Claro, tal masificación se une al hecho de la imposibilidad de que los servicios públicos se dimensionen en esos picos de demanda…todo funciona deficientemente, desde el autocar que te lleva a visitar una población al inodoro del hotel o el precio abusivo de un restaurante – menos mal que en mi casa somos muy partidarios del bocata que te hacen en los comercios tradicionales-. En Barcelona se están planteando seriamente escalar hacia abajo en esta pendiente del “turismo de masas”…no solo está desplazando población y comercio tradicional de los barrios cercanos al puerto, sino que está provocando un alza de los precios de los artículos básicos entre los que se ven obligados a quedarse – por edad, por ejemplo- en esos barrios. La sustitución de la panadería de siempre o el bar de habituales que lleva allí desde los sesenta por la enésima tienda “vintage” llena de palés de madera en vez de mostradores ya ha dejado de ser una gracia del diseño y entra en el terreno de broma de mal gusto. Colau sabe cómo hacerlo y lo va a hacer. Una medida es limitar los “cruceros” que escupen diez mil personas de una tirada a deambular por las calles del Born por ejemplo o las ramblas, todas, hay varias.
Esta deriva de reducir toda actividad cultural, educativa, de hospitalidad, de curiosidad por otras culturas y tradiciones, incluso económica a “turismo” no augura nada bueno…el tema se les ha ido de las manos a las administraciones españolas.
En Valladolid hemos entrado de lleno en esta dinámica social…no estaría mal parar, pensar, tomar aliento y volver a algo tan básico como ubicar la competencia de turismo en su sitio: actividad económica, como pasa con el comercio o la industria.