
SECCIÓN OFICIAL.
UNDIR TRENU (Bajo el árbol) de Hafsteinn Gunnar Sigurdsson (Islandia , Polonia, Dinamarca). Parece que el frío, la niebla, la nieve, no fomentan relaciones sociales amistosas y cordiales entre los pocos habitantes de un país como Islandia. Personajes introspectivos, a veces odiosos, y aquellos que se hacen amables tienen que convivir en un ecosistema alienante. El cine islandés, pequeño por razones de geografía política, se especializa en un relato familiar y de relaciones sociales complicadas, y “Undir trenu” no es una excepción. Su solvente comienzo, que parece va a dar lugar a una historia de crisis de pareja de mayor o menor recorrido, de mayor o menor calado, termina derivando hacia una tragicomedia negra, muy negra, de relaciones de vecindad a la que, el exceso, termina por provocar indigestión. La interesante evolución de la relación-no relación entre Asa y Atli después de que aquélla descubra una infidelidad del marido, queda diluida en la innecesaria maraña de odios y rencillas vecinales que los padres, o mejor dicho la madre, de Atli va provocando con sus vecinos, que sufrirán las consecuencias. Un árbol, un perro y un gato se transforman en presuntas, y también reales, víctimas de la sinrazón, de la falta de diálogo y, también, de las secuelas no reparadas de una pérdida que ha hecho perder el control a la madre de Atli, mientras la pareja de vecinos vive con ansiedad una falta que no termina de llenarse. Así las cosas, una monótona y convencional realización, que no desagrada, pero que tampoco sorprende ni encandila, va derivando hacia un final desbarrado, primitivo, violento y, para mí, de escasa convicción, y que arruina los valores apuntados al principio de la historia con un padre que intenta relacionarse a toda costa con una hija con la oposición de una madre que se siente herida y menospreciada. Como muchas otras películas de este festival, el exceso o la exageración, pueden sobre la contención, y esa escalada de violencia gratuita lo termina pagando el resultado final.

TIEMPO DE HISTORIA.
PANOPTIC de Rana Eid (Líbano, EAU). Otra obra en Tiempo de Historia procedente de Líbano, y otra obra que, de manera muy convincente, con la duración justa, explora los subsuelos de Beirut y las reminiscencias latentes de la guerra que durante tanto años arrasó la ciudad, el país, y sirvió de campo de operaciones para los ejércitos israelí y sirio, abonando un campo de cultivo para el terrorismo internacional. El panóptico de Bentham revolucionó el sistema carcelario provocando el autocontrol de los internos mediante la creación de cárceles con estructura circular en cuyo centro se colocaba una torre de control con un único vigilante. Rana Eid transforma el pasado de Beirut en un panóptico con resonancias en el presente, los edificios que sirios, libaneses cristianos, israelíes …….utilizaron para torturar, masacrar, asesinar a sus oponentes se mantienen erguidos en el presente de la ciudad recordando su función, se transforman en involuntarios panópticos urbanos recordando a los ciudadanos que las heridas no están cerradas, que en cualquier momento puede reproducirse ese pasado, ejerciendo una invisible función de autogobierno desde el recuerdo del terror, y para ello hay que estar listo y preparado, y nada mejor que el homenaje permanente y ciudadano al ejército que habrá de velar por la seguridad del grupo o facción en caso de reproducción del mal, más aún si viene auspiciado y bendecido por el líder religioso. En Panoptic hablan las imágenes y no es necesario el texto, es la textura del subsuelo la que nos introduce en el mal, el muro invisible, pero permanente, que divide comunidades. Panoptic es una de mis preferidas en Tiempo de Historia.