Fotograma de La cámara de Clarie.

Si en “Le genou de Claire” una parte del cuerpo femenino se utiliza como excusa moral para que un adulto, cercano a la cuarentena, intente engañar a los demás, tiñendo de apuesta lo que no deja de ser una fijación cercana a la pedofilia con las adolescentes que le rodean, en la ¿última? película del director coreano ya no es una parte de la anatomía de Claire lo que mueve al mundo, sino la propia Claire a través de su mirada y la efímera, irreproducible, irrepetible imagen obtenida con una cámara polaroid. En el mundo de lo digital, de lo almacenable, de lo modificable a partir de un soporte abierto a la manipulación, el personaje de Claire va fijando en el tiempo las caras y cuerpos de las personas y seres que se cruzan en su camino sin posibilidad de retoque, de copia. Se diría que, de esta manera, preserva la realidad del momento, la esencia del personaje retratado, y evita la manipulación de lo que se ve, pero a la circunstancia ineludible de que el soporte es único e inmodificable, le acompaña otra no menos importante; que las imágenes son manipulables con lo que se cuenta a partir de ellas, modificando el mensaje de los rostros mediante el contexto y el tiempo en que se diga que han sido tomadas y con quien.

Claire (Isabelle Huppert) se convierte, así, en la transmisora fílmica de una realidad extrafílmica que supura por todos los poros de la película y que se hace evidente en los nombres de los personajes. Hong Sang soo altera, modifica, transforma la realidad jugando a los saltos temporales de su breve relato, del mismo modo que Claire modifica, cambia, o miente, sobre la realidad de las fotos que va tomando en esos días que acompaña a una amiga al festival de Cannes de 2016, coincidiendo por azar (el eco rohmeriano vuelve, no solo en el nombre del personaje) con el equipo de una película coreana en concurso en el festival, un equipo y compañía distribuidora que vive días convulsos envuelto en un triángulo amoroso entre el director de nombre So Wansoo (la resonancia fonética con el verdadero nombre de Hong Sang soo se acrecienta oyendo a los actores), la directora de la distribuidora, pareja estable del director, y la ayudante de ésta, amante ocasional del director, de nombre Manhee (interpretada por Kim Min hee, de nuevo las resonancias fonéticas a flote).

Fotograma de La cámara de Claire.
Fotograma de La cámara de Claire.

Las tres últimas películas de Sang soo se construyen sobre los restos reconocidos, y no ocultados, de la relación amorosa real entre éste y su actriz fetiche actual, Kim Min hee. No eludiendo la realidad, las resonancias entre lo que vemos, lo que oímos y lo que sabemos vicia la película del mismo modo que Claire manipula la realidad a partir de algo intocable como una foto. Una de esas fotos que Claire va tomando resquebraja la aparente tranquilidad conseguida por la pareja tras el despido de Manhee, un despido sorpresivo y en plena terraza de un Cannes que, durante el festival, parece desértico, fantasmal, antiglamouroso; como suspendido en un tiempo y lugar apartado de la realidad, casi como las mismas sensaciones que transmiten los personajes coreanos de la película, suspendidos en un tiempo y espacio que no son los suyos y en los que se ven compelidos a tomar decisiones trascendentes para sus vidas contra el reloj, modificados de manera demiúrgica por la aparición y desaparición de esa Claire del título, que acompaña, siembra, desconcierta y desaparece.

¿Es posible que Claire actúe sin malicia o lo hace conscientemente de que está alterando la realidad? ¿Lo hace conocedora de que va a modificar los ritmos y decisiones de los demás o lo hace sin doble intención? ¿Hay una alianza silenciosa, o menos, que no vemos, entre Claire y Manhee para recuperar parte de lo perdido o todo es fruto de un azar no planificado que termina devolviendo el estado de las cosas a su momento original? Dos veces el personaje de Manhee oye la palabra “honestidad” como si su comportamiento fuera el único cuestionable de entre los que van apareciendo en pantalla. En medio de esos monólogos en los que el personaje de Min hee apenas puede pronunciar palabra, lo que dicen los demás termina convirtiéndose en acusación, directa o velada, que justifica que se encuentre sola y sin trabajo en un espacio desconocido y hostil, donde un perro perezoso y tranquilo aporta el toque simpático de humor del director, evitando en esta ocasión repetir escenas desde diferentes puntos de vista, une a las dos mujeres a través del recuerdo de la tranquilizadora presencia del animal por el que las dos han sentido una atracción instantánea. Pero el término honestidad queda en entredicho por el propio discurrir de la película donde, puede ser, lo que no dejen de ser más que fallos de “raccord” motivados por la urgencia e improvisación con la que se dice la película ha sido rodada, se transforman en verdaderos terremotos internos para los personajes y la prueba de que la memoria es selectiva y se manipula a conveniencia.

Otro fotograma de La cámara de Claire.
Otro fotograma de La cámara de Claire.

Un ejemplo. Cuando Claire acompaña al director y a su pareja en una comida tras conocerse de manera fortuita (todo sucede en la película a partir del azar indiscriminado), y enseña las fotografías que guarda en su bolso de las personas a las que ha ido retratando por las calles, una de ellas, y el espectador la ve porque Sang soo nos la enseña, es de Manhee. Previamente Claire ha fotografiado a la pareja, y ha advertido al director que, tras una fotografía, nadie vuelve a ser el mismo. Cuando la pareja comprueba que la despedida Manhee continúa en Cannes pensando que ya habría regresado a Seúl, su recobrada tranquilidad se desmorona. Una simple instantánea cambia su presente de manera radical. Claire dirá que ha tomado la foto tras pedir permiso y conocer a la chica en la azotea de un hotel donde parecía que era “muy popular”. Tras esta escena, Sang soo manipula el tiempo y vuelve hacia atrás, al momento en que ha conocido realmente a la chica, algo que ha ocurrido en una playa, donde saca la primera foto de Manhee que no es la que han visto los demás. Claire miente o manipula, o simplemente no recuerda lo vivido, pero en todo caso, produce una reacción en cadena que no conviene seguir contando para no adelantar mucho de lo que sucede después, porque veremos también cómo se desarrolla ese encuentro en la azotea del hotel, quizás, es posible, previo al encuentro en la playa, pero donde las cosas suceden de manera muy diferente a como las recuerda, o las cuenta, Claire, a quien la verdad no preocupa, porque cada uno tenemos la nuestra.

“La cámara de Claire” es absolutamente reconocible en el cine de Hong Sang soo, reconforta identificar a un creador por mantenerse fiel a un estilo, fiel a un esquema de amores y desamores donde el tiempo, y el instante, se manipulan en función del estado de ánimo y los sentimientos de cada personaje, donde la cámara no busca el encuadre ni el reflejo perfectos, porque son los instantes de la vida los que transforman las historias que se nos cuentan mediante la superposición, conscientemente desordenada, de los acontecimientos. Entre la primera escena y la última, en esa oficina de prensa no parece haber cambiado gran cosa, la música del segundo movimiento del “Invierno” de Vivaldi se ajusta perfectamente a esa indefinición melancólica de los personajes, a esa navegación sin un rumbo definido donde apartar el problema no es solucionarlo, sino provocar que explote por otro lado. Al final podemos imaginar muchas cosas, muchas soluciones y respuestas a los interrogantes que la cámara de Claire ha ido provocando, como quien pasa de puntillas simulando hacerlo inadvertidamente pero deja tras de sí un mecanismo de relojería que provoca consecuencias inesperadas. Así es el cine de Sang soo, unas imágenes que parecen no contar nada, en las que parecería existir un exceso de improvisación y que, sin embargo, terminan armonizando en un ejercicio muy personal y propio para desnudar las relaciones entre hombres y mujeres, como la suya con Min hee, que, hasta ahora, no ha impedido que continúe el trabajo conjunto, algo que beneficia a los cinéfilos. (En cartelera en cines Casablanca)

LA CÁMARA DE CLAIRE.

Corea del Sur, Francia. 2017.

Título original: 클레어의 카메라 [Keul-le-eo-ui Ka-me-la, Claire,s camera]. Director: Hong Sang-soo. Guión: Hong Sang-soo. Productoras: Jeonwonsa Film, Les Films du Camélia. Música: Dalpalan. Fotografía: Lee Jin-keun. Montaje: Hahm Sung-won. Reparto: Isabelle Huppert, Kim Min-hee, Chang Mi-hee, Jung Jin-young. Duración: 68 minutos

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