Los pájaros cantan en Kigali.
Los pájaros cantan en Kigali.

El matrimonio integrado por la realizadora Joana Kos-Krauze y el guionista krzystof Krauze, habituales en Seminci, han presentado Los pájaros cantan en Kigali. Se trata de su personal acercamiento al genocido de Ruanda de mediados de la década de los 90s del siglo XX. Vuelven a contar con su actriz favorita Jowita Budnik, a quien ya vimos en Valladolid en su anterior película Papusza. La película se centra en la relación intensa, conflictiva y solidaria de dos mujeres, ambas víctimas de la violencia étnica de los hutus, que tienen que lidiar con los efectos traumáticos derivados de esa terrible experiencia. En concreto se trata de Claudine una joven de origen tutsi, hija de un célebre ornitólogo asesinado en Ruanda, y de Ana Keller (interpretada por Jowita Budnik), experta en el estudio de los buitres y amante del padre de Claudine. Ambas retornan a Polonia, donde Claudine lucha por conseguir el estatus de refugiada en medio de una indiferencia generalizada de las autoridades del país eslavo y de la tensa relación que surge entre Ana y Claudine. La película tine un ritmo muy pausado y lento, se apoya en técnicas cinematográficas como el uso del desenfoque para enfatizar la percepción postraumática, abundantes planos secuencias, montaje paralelo de imágenes tomadas del mundo animal que se quieren presentar como metáforas de la crueldad humana y muchos primeros planos de las dos protagonistas o de aspectos del relato fragmentario de sus vidas. La pelicula consigue sólo parcialmente su objetivo, pues resulta reiterativa por momentos y no acaba de decantarse por ninguna de las posibilidades narrativas que ofrece la historia. Resulta especialmente interesante toda la parte relativa a la llegada de Claudine a Polonia y las enormes dificultades que encuentra en la sociedad polaca de acogida, que paradójicamente (Polonia fue la gran víctima, junto al pueblo judío, del holocausto nazi) la recibe con extrema frialdad, lo que no deja de presentar inquietantes paralelismos con la situación actual del país y su conflictiva relación con los refugiados de ahora. Mucho menos interesante resulta la segunda parte de la película cuando ambas mujeres vuelven a Ruanda a intentar saldar cuentas con su pasado, demasiados clichés y situaciones ya vistas con anterioridad en el cine. Tampoco resulta demasiado convincente la interpretación de la actriz Jowita, encarnando a Ana Keller, quien no logra trasmitir convincentemente sus ambivalentes sentimientos hacia Claudine, respecto de la cula mantiene una relación de amor-odio, cuyas posibilidades narrativas no resultan explotadas en todas sus posibilidades tampoco. En definitiva se trata de una película correcta pero cuya inclusión en la sección oficial de un festival antaño tan prestigioso resulta incomprensible de todo punto. La película pasó sin pena ni gloria por el festival de Karlovy Vary y ha sucitado cierta controversia en su Polonia natal por la candente cuestión de los refugiados.

Pokot, la última película de la realizadora polaca Agnieszka Holland.
Pokot, la última película de la realizadora polaca Agnieszka Holland.

Un juicio mucho más desfavorable merece Pokot, la última película de la realizadora polaca Agnieszka Holland. Ayudante de dirección del gran Krystoff Zanussi y discípula favorita del gran Andrzej Wajda, sus comienzos han sido lo más interesante de su ya dilatada carrera con películas como Fiebre o Cosecha Amarga. Paradójicamente el éxito internacional ,que alcanzó con Europa Europa, supuso el comienzo de su declive creativo, que se ha visto agudizado en los últimos años en los que ha tomado parte en diversas super producciones para televisión. Pokot sigue en esa misma línea, una super producción con pretensiones autorales pero que naufraga completamente, hasta el punto de suscitar la hilaridad del espectador en muchos momentos de la película. Se plantea inicialmente como una especie de Thriller con ribetes metafísicos sobre el llamado especeísmo (doctrina que postula la superioridad ontológica de la especie humana sobre el resto del reíno animal), el ecologismo y la ambivalente relación de la justicia con la legalidad. La película se basa en la controvertida novela Ara a través de los huesos de los difuntos de la novelista polaca Olga Tokarczuk, a la que no hace demasiada justicia la adaptación, por cierto. El resultado es diametralmente diferente; la película naufraga como thriller y se convierte en un sainete que mezcla por partes iguales comedia negra pésimamente ejecutada y producto con marchamo claramente televisivo. La película nos cuenta las peripecias de Duszejko, una ingeniera jubilada que vive en una comunidad rural de la Polonia fronteriza con los sudetes checos y que está obsesionada con la protección de los derechos de los animales. Su posicionamiento claramente animalista choca con las convicciones, profudamente especeístas del cura del pueblo y con la cultura de la caza, firmemente asentada en la localidad. Se empiezan a producir una serie de truculentos crímenes primero de animales, luego de cazadores y autoridades locales, que acaban desembocando en una investigación doble. Por un lado la de la policia y por otra lado la de Duszejko, quien se encuentra acompañada en su labor por un heterogéneo grupo formado por una joven prostituta, un friki informático que trabaja para la policia, un entomólogo y un excéntrico vecino. No podemos adelantar aquí el resultado de la trama, pensado en aquellos que quieren darle una oportunidad a la película , pero debemos advertir que la trama es tan pueril, tan previsible y los personajes resultan tan histriónicos como insustanciales, que no se debe esperar mucho más del visionado de esta horrorosa película, que suscitó enconadas reacciones en la Berlinale, la mayoría de ellas muy negativas por cierto.

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