
Probablemente, y para mí con toda seguridad, desde finales de los 70 el cine de Polanski no ha vuelto a ofrecer las dosis de originalidad, grandeza, perturbación, ambivalencia, erotismo, sorpresa, que eran su sello de distinción. Un breve relámpago con “La venus de las pieles”, algún momento de “El pianista” o “La muerte y la doncella”, pero nada que se pueda igualar a “Rosemary,s baby”, “El cuchillo en el agua”, “Repulsión”, “Chinatown”; aunque ello no ha impedido que su carrera creativa haya seguido engrosando su catálogo de obras, a un ritmo nada desdeñable si nos fijamos en su edad, 84 años, y que en la última década ha entregado cuatro largometrajes, muy irregulares y desiguales, con altibajos internos cada uno de ellos, de dudosa necesidad y escasa repercusión, sólidamente asentados en el nombre del director y no tanto en sus cimientos narrativos; con la excepción, como ya he dicho, de “La venus de las pieles”.
A partir de material ajeno, libros de consumo rápido, exitosos y poco exigentes en la construcción literaria las más de las veces, Polanski ha ideado sus nuevas películas manteniendo la mezcla de géneros con un fundamental apoyo en la intriga psicológica, la duda permanente sobre la verdadera identidad de los personajes y el vampirismo innato a los caracteres fuertes frente a los más maleables y sugestionables. Así ocurre en “Basada en hechos reales”, enésima recreación del miedo del artista ante el vacío creativo, al que se incorpora el mito infantil del “amigo imaginario”, mezcladas ambas ilusiones Polanski lanza su artefacto para que nos explote en pleno rostro, lo que ocurre es que, cualquier espectador mínimamente curtido, será capaz de desmontar la espoleta mucho antes de la traca final, con lo que la troncal historia del “thriller” criminal revienta antes de traspasar la mitad de la película, haciendo perder el interés a una propuesta interesante, pero cuyo desarrollo, argumental y dramático, deja mucho que desear en esta historia de dos mujeres amigas-enemigas.
Quien me lea sabrá que no me apetece escribir sobre películas que no me gustan, atacar por que sí una creación artística no me motiva salvo en momentos muy puntuales y para frenar quizás, unanimidades demasiado sospechosas sobre películas cuyos méritos son tan efímeros como el fín de su promoción publicitaria. No es el caso de “Basada en hechos reales”, no estamos ante una película abominable, ni mal rodada, ni tan siquiera ridícula. Puede que incluso tenga momentos de tensión especialmente logrados, una aparición “fantasmal” desde la imaginación alucinatoria de una madre ausente lanzando un ordenador portátil por la ventana, reprochando así, en imágenes, la habilidad de la protagonista para crear ficciones a partir de personajes reales cuya intimidad queda al descubierto, demostrando que, si no se apoya en vidas ajenas que se han abierto por la confianza familiar o amistosa, la escritora carece de nada que contar, pero lo que termina predominando es ese aire de impostura, de querer contar algo para lo que todos los atajos están permitidos, como si el espectador tuviera que perdonar cada exageración, cada giro absurdo, cada situación imposible para que el director, y también el guionista, el inefable Olivier Assayas, alcancen una explicación final a lo visto que, de evidente, termina resultando hasta insultante.

En resumen, el perverso juego de ósmosis por el que el personaje de Eva Green va fagocitando la personalidad del interpretado por Emmanuelle Seigneur (ambas en el mismo tono de la película, irregulares, con momentos contenidos y otros claramente sobreactuados) termina reventando en ese exceso de inverosimilitud que acerca a ambos personajes a la enfermedad mental, más que al relato criminal, que parece apuntarse como excusa sobre el que se soporta la historia. Divertimento que termina naufragando a través de vías de agua innecesarias, en las que los apuntes de ese miedo a la página en blanco terminan llenándose de brochazos huérfanos de sutileza, como si Polanski y Assayas hubieran decidido mostrar el peor rostro de sus trabajos, el rutinario ejercicio de filmación plana de quien ya nada tiene, ni parece querer, que demostrar, y la vuelta de tuerca hueca y aún más decepcionante que la de «Personal shopper» en el caso del guionista y director Assayas, que repite error, magnificado porque incluso este guión es infinitamente peor que el de su propia pelicula, con la mezcla de géneros y tramas que no terminan de dialogar entre sí, evocando al mundo del fantasma y de lo espiritual peligroso para concluir con algo más prosaico, conocido, evidente, y, en el fondo decepcionante, de una película que apunta un perturbador cuento gótico y termina desembocando en un relato de medio pelo de revista del «corazón».
Película para una sobremesa en la que el déficit de atención no va a influir en la valoración ni comprensión del producto, que puede terminar disgustando a más de un espectador/a que acuda a verla con la expectativa tan alta como los nombres que participan podrían augurar, pero donde hasta la música de Desplat, de reiterada y abusada para remarcar los momentos climáticos, termina por cansar. No me digas que todo fue un sueño podría haberse llamado el film, en cuyo título hay mucha verdad y anuncia mucho de lo que vendrá después. Que nadie sepa quien es «Elle», que nunca veamos su espacio vital, que siempre aparezca sola y en solitario, es una pista de que todo puede ser real, o irreal, quizás sea el espectro, quizás una fan perturbada, puede que una aspirante a escritora que no puede salir del anonimato, pero quédense con la página en blanco y esa madre irritada y fantasmagórica, ahí encontrarán la verdad al enigma, si es que son capaces de sentir interés por la resolución del mismo. (Cines Broadway y Cinesa Zaratán).
BASADA EN HECHOS REALES. Título original: D'après une historie vraie. Francia. 2017. Duración: 110 minutos. Dirección: Roman Polanski. Guión: Olivier Assayas & Roman Polanski, basada en una novela de Delphine de Vigan. Dirección de Fotografía: Pawel Edelman. Música: Alexandre Desplat. Edición: Nargot Meynier. Dirección artística: Sandrine Jarron, Dominique Moisan. Productor: Wassin Béji. Productor financiero: Alain-Gilles Viellevoye. Diseño de producción: Jean Rabasse. Compañías productoras: Wy Productions, R.P. Productions, Mars Films. Intérpretes: Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Perez, Dominique Pinon.