La facilitadora grupal Victoria Molinero y Sara López (vicepresidenta de ISF Castilla y León). Foto: Laura Fraile

A lo largo de los dos últimos años, Victoria Molinero y el resto de sus compañeras del colectivo Vidiya han estado trabajando sobre la facilitación de grupos ante organizaciones como Ingeniería sin Fronteras o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. "En esta facilitación abordamos la manera en que funcionan los grupos desde diferentes perspectivas. No sólo nos importa cómo se realiza la toma de decisiones, sino que también nos preocupan el cuidado de las personas, cómo se desarrollan los procesos y cómo se alcanzan los objetivos", explicaba ayer Victoria desde la Escuela de Ingenierías Industriales.

Éste fue el escenario elegido para impartir su taller de autogestión grupal, que contó con una quincena de participantes pertenecientes a organizaciones como Ingeniería sin Fronteras Castilla y León, Desayuno con Vallandantes, Bajo el Asfalto está la Huerta, Stop Desahucios o el Observatorio de Derechos Humanos de la UVa.

"En este taller vamos a trabajar la gestión de la horizontalidad que tanto buscamos y que tanto nos cuesta conseguir", comenzó diciendo Victoria. Después entregó un papel a cada uno de los participantes en el que éstos tuvieron que escribir su nombre, su comida favorita y una preocupación que quisieran dejar a un lado. Acto seguido, les invitó a que lo arrojaran a una papelera. "Ahora podemos empezar con el taller", indicó esta facilitadora de grupos, que actualmente está compaginando su formación en el Instituto de Facilitación y Cambio con su trabajo en Economistas sin Fronteras.

Participantes del taller de autogestión grupal. Foto: Laura Fraile
Participantes del taller de autogestión grupal. Foto: Laura Fraile

Tras una nueva dinámica que perseguía alcanzar un clima de confianza entre los participantes, Victoria les invitó a ponerse por parejas para que se contaran en qué organizaciones participaban y cómo gestionaban el trabajo. Este diagnóstico inicial le sirvió para introducir la parte teórica. Victoria comenzó dibujando un triángulo. En cada vértice escribió una palabra: personas, objetivos y procesos. "Para que haya un grupo sano tiene que haber un equilibrio entre estos tres elementos", explicó. A continuación dibujó un cuadrado. Allí escribió otras cuatro palabras: asamblea, actividades, celebración y espacio emocional. "Son los cuatro espacios que articulan a un grupo", comentó Victoria, invitando con ello a que cada participante del taller reflexionara sobre cuánto tiempo dedicaba a cada aspecto.

Buena parte del taller sirvió para analizar lo que hay que tener en cuenta antes, durante y después de cada asamblea. "¿Quién hace y decide el orden del día?, ¿cuándo?, ¿con cuánto tiempo lo manda?, ¿cómo se generan espacios para definirlo?", planteó Victoria. También recordó la importancia de cuidar aspectos como las condiciones del lugar, los materiales necesarios o el tiempo límite. "Una reunión de más de tres horas es improductiva. En esa fase suele entrar en juego la tiranía del cansancio, que implica la toma de decisiones como consecuencia de esta sensación", indicó Victoria durante el taller.

Durante el taller se analizaron los elementos a tener en cuenta antes, durante y después de cada asamblea. Foto: Laura Fraile
Durante el taller se analizaron los elementos a tener en cuenta antes, durante y después de cada asamblea. Foto: Laura Fraile

El análisis del transcurso de las asambleas la llevó a identificar los "roles imprescindibles", como el del moderador, facilitador, el encargado de dar el turno de palabra o el de tomar acta. "También existen otros roles deseables: el del pepito grillo, que es el que recuerda todo, el que acoge a los recién llegados o el que mis compañeras y yo definimos como sensor de vibras, que permite percibir el estado en el que se encuentran los participantes", continuó Victoria.

Durante su explicación siguió dando consejos: "Hay que crear un espacio de confianza en el grupo. Debemos recordar que el moderador no tiene ningún poder, sino que sólo ayuda a que las cosas fluyan. Se recomienda que los cargos sean rotativos", comentó Victoria. También enseñó a los participantes una palabra, el elderazgo: "Consiste en la capacidad que tiene cualquier persona para liderar un proceso", explicó esta facilitadora de grupos. Después diferenció el tipo de decisiones a tomar en una asamblea, clasificándolas en tres apartados: estratégicas, organizativas y operativas.

La parte final quedó reservada para el análisis de las tareas a realizar después de cada asamblea, momento en el que Victoria recordó la importancia de revisar los acuerdos tomados. Tras una nueva dinámica en la que los participantes pudieron valorar su implicación en sus respectivas organizaciones, Victoria citó al psicoterapeuta estadounidense Arnold Mindell para introducir el concepto de rango. "Las posiciones que ocupamos dentro de una asamblea están influidas por cuestiones como el género, la nacionalidad, la lengua, la orientación sexual, la salud física, la apariencia, la edad, la profesión, el estado civil, el tiempo que uno lleva en el grupo o el estilo de comunicación", comentó Victoria, quien acabó este taller recomendando la lectura del libro `Grupos inteligentes: teoría y práctica del trabajo en equipo´, de José Ángel Medina y Fernando Cembranos.

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