No siendo aficionado a los toros, disfruto mucho sabiendo de las sentencias que hicieron, o al menos se les atribuye, a algunos toreros de la historia de la tauromaquia española.
La carta de los "eméritos" del PSOE en la que aconsejan a los responsables actuales de dirigir el Partido que den una vuelta a sus planteamientos para que tengan en cuenta sus puntos de vista, me recuerda cuando El Niño de la Palma, gran torero, padre de Antonio Ordóñez y abuelo de otros tantos toreros y gente asidua en las revistas llamadas del corazón, dijo en una entrevista, o dicen que dijo: "Lo más difícil del toreo es saber quitarse de la cara del toro" y añadió "y no sólo en el toreo".
Los firmantes de esa carta han tenido importantes responsabilidades en la vida pública y en su partido; sus aportaciones al bienestar de todos forman parte de nuestra historia y, quizá, debieran ser más reconocidas de lo que lo son; pero no acabo de entender este "desplante" tan poco elegante.
Retirarse bien de la cara del toro significa hacerlo con discreción, elegancia y categoría: un "estaré a lo que me digan, disponible", que es de las cualidades que más valoro en una persona. Y si la situación se considera crítica, en que peligra la vida, poder utilizar las herramientas que tu discreción, elegancia y categoría te dan para hacer saber tu opinión.
Estoy seguro de que en este caso, el Secretario General y todos los miembros de la dirección del partido estarían encantados de conocer de primera mano esas inquietudes. Y si, habiéndolas conocido, no fueron consideradas para modificar sus estrategias no tienen que buscar ningún altavoz que no consigue más que algunos hablen de deslealtad o de añoranza, cuando, estoy seguro, no es el caso de los firmantes.
Simplemente pienso, como El Niño de la Palma, que es muy difícil saber quitarse de la cara del toro.